martes, 10 de noviembre de 2015

El presidente de las telenovelas




Le escribí un correo al presidente de las telenovelas, preguntándole si aún había imaginación para crear historias (México, pronto esto va a cambiar, te lo aseguro). ¿Usted alguna vez ha visto cómo hablan de las personas que ven telenovelas, como se dirigen hacia las señoras?, le dije. ¿Y qué con los hombres que también las ven? No, usted no sabe de lo que hablo. Usted no ve telenovelas.

El presidente de las telenovelas me respondió inmediatamente a mi correo de Gmail. Dijo que los guionistas ya no tenían imaginación pero qué mejor, así se ahorraban de buscar a alguien que sí la tuviera. Pero, ¿por qué le estoy contando esto?, dijo. ¿Ultimadamente, a usted qué le importa lo que haga con mis telenovelas?

Le contesté que podría ser escritor de sus telenovelas. Así empezaba la revolución. Sutilmente. Educaría al pueblo. Sutilmente. ¿Podría enviarle una historia clásica en .doc (Verá, trabajo desde una máquina Windows 98), escrita por mí, vendible y fácil de digerir, mejor que ese flan horneado que he comido?

El presidente de las telenovelas respondió que dejara de molestar. Y de inmediato enviara ese flan. Quería conocerlo para ver si podía lanzarlo al mercado, en su otra compañía de comida procesada que le generaba millones de dólares al año. Adjunte su historia, dijo, en PDF.

Le escribí que enviaría una caja de flanes horneados. Por cierto, ¿cómo era la paga por capítulo?
Jugosa, respondió días después. El capítulo estaba a 10 mil de los verdes, más comisiones si había lágrimas en la historia.

Escribir telenovelas empezaba a parecer seductor.

Le pregunté si podía convivir con las actrices. Algunas eran potencialmente sugerentes.

Tengo entendido, respondió, que sólo tienen acceso productores, actores y directores. Y yo, por supuesto. No estoy seguro si en ese orden, ja ja ja.

¿Qué pasaba con el rating? ¿Subían las comisiones?

El presidente de las telenovelas respondió que me preocupara por la historia, por mantener expectante al público sin preguntarse por qué. El éxito va para productores y el presidente. O sea yo, ja ja ja.

Le dije que él tenía una organización casi perfecta y me gustaría que esto no terminara en simples correos. Así empezaba la revolución. Sutilmente. Las telenovelas se alejarían de este mal que tanto daño ha hecho a México. Le propuse elevarlo al rango de Presidente de la Narrativa. Así yo sería el presidente de las telenovelas. Podemos probarlo por un tiempo.

Dijo que no. Nuestro compromiso es con el pueblo y para el pueblo, en forma de telenovelas. ¿Me va enviar el PDF sí o no? Que no me ha llegado. 

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